Opel ha sido un fabricante de máquinas que a lo largo de los años ha sabido reinventarse, ha fabricado máquinas de coser, bicicletas, motores para aviones y automóviles como el caso que nos ocupa. Fabricar cualquier cosa es complejo y fabricar un coche es muy complejo. Podemos decir que es una de las máquinas más complejas de fabricar y más teniendo en cuenta al precio al que se venden.

Con un motor de gasolina que se comporta muy correctamente, y una caja de cambios suave y agradable de manejar, el Opel Mokka lo tiene casi todo para convencerme, pero lamentablemente falla en los puntos más simples.

Lo primero que me llama la atención de este Opel Mokka, es el pomo de la palanca del cambio de marchas. Tiene forma de gatillo, similar a un joystick antiguo de los 80. Con el gatillo, puedes meter la marcha atrás, es una solución ingeniosa de fácil y elegante manejo, pero el material con el que esta hecho el pomo tiene un acabado justillo.

La habitabilidad del coche es muy correcta. El asiento del conductor es un poco incómodo. Las alas del asiento se pelean con mis caderas.

Al igual que otros muchos modelos de coche, carece de espacio dedicado para el iPhone, un detalle que no se me pasa por alto y desde mi punto de vista penaliza la integración de vehículo con el conductor.

La consola cumple con su función, me gusta el color rojo de la pantalla informativa que hay entre las agujas. Los gráficos, me recuerdan a los videojuegos de los años 80, no me disgustan pero es un detalle por el que no adquiriría el coche, es un nivel gráfico, no es admisible hoy en día.

La pantalla principal esta mucho mejor dispuesta que en el caso del Nissan Qashqai. Por contra, la consola tiene demasiados botones que terminan ensuciando el diseño y me vuelven loco. 

El software del HMI es similar al de un TomTom del año 2000 y ridiculiza al del Nissan Qashqai.

El GPS es una patraña. Sigo echando de menos el TOMTOM del año 2000. La entrada de datos es patética, es como regresar a los 80 y estar delante de una maquina de videojuegos. Hay que apuntar a cada carácter con un joystick mal dispuesto. Imaginate la situación, llegas a un punto que quieres almacenar en la diminuta memoria de este Mokka, y estas con la parienta metiéndote prisa y los cachorros chupasangres montandote un pollo y tú, en tu coche nuevecito intentando apuntar a cada carácter con un nefasto joystick, o como quieran que le llamen los chicos de Opel a su invento. ¿Quién habrá sido el listo que lo ha parido de ese modo? Eso sí, la consola tiene botones por todos lados, ¡Impresionante!

Los elevalunas eléctricos funcionan como tienen que funcionar, este detalle me sorprende gratamente porque en el Nissan Qashqai son un suplicio. 

Los radares delantero, trasero y las cámaras una opción al igual que el GPS imprescindible hoy en día, son una patraña si se comparan con el sistema que monta Nissan en el Qashqai.

Pegas que le encuentro al Mokka:

Manilla portón trasera: baja para mi gusto.

Asientos delanteros: incomodos para mi gusto.

GPS: malo.

Carrocería: le falta algo, para agradar a mi ojo derecho.

Después de haber usado la llave del Nissan Qashqai, la del Mokka me parece un atraso. Sacar la llave del bolsillo del vaquero para arrancar el coche es un coñazo. La llave del Nissan es perfecta, no la tienes que sacar del pantalón ni para abrir, ni para arrancar, ni para cerrar el coche y el tamaño es el justo para llevarla en el pantalón y no sacarla hasta el final del día.

Puntos buenos:

Un coche de dimensiones correctas, para el uso diario.

La dirección, la caja de cambios y el motor tienen un comportamiento optimo. 

Insonorización adecuada.

En general, es un coche correcto, de estética discutible que cumple su función. Pero salvo en los elevalunas eléctricos, el Qashqai es mejor coche en casi todos los aspectos.

Zaga

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